Esta nueva legislación deroga la anticuada Ley de Restricción del Matrimonio Infantil de 1929 para Islamabad e introduce medidas punitivas más estrictas. Según esta ley, cualquier persona -incluidos familiares, clérigos religiosos o registradores matrimoniales- que facilite u obligue a un niño a contraer matrimonio puede enfrentarse a penas de hasta siete años de prisión. Dado que, en Pakistán, cualquier actividad sexual sólo se considera permisible en el contexto del matrimonio, la ley deja claro que las relaciones sexuales en las que participe un menor, incluso dentro del matrimonio y aun con consentimiento, se considerarán estupro. Si se descubre que un hombre adulto se ha casado con una menor de 18 años, puede enfrentarse a una pena de hasta tres años de prisión.
Sin embargo, a pesar de los aislados avances legislativos, Pakistán sigue figurando entre los países con peores resultados en materia de prevención del matrimonio infantil. Con aproximadamente 1,9 millones de niñas casadas, el país ocupa el sexto lugar mundial en número absoluto. A escala nacional, más del 21% de las niñas se casan antes de cumplir los 18 años, y el 3% antes de cumplir los 15.1
Estas cifras revelan que la legislación por sí sola -especialmente su carácter punitivo, su escasa aplicación y su limitada concienciación pública- es insuficiente. Se necesita una perspectiva crítica para desafiar y deshacer el profundo arraigo del matrimonio infantil.
Panorama jurídico del matrimonio infantil en Pakistán
En Pakistán, la legislación se reparte entre el gobierno nacional y los provinciales. El Parlamento Nacional consta de dos cámaras: el Senado y la Asamblea Nacional. Cada una de las cuatro provincias (Punjab, Sindh, Khyber Pakhtunkhwa y Baluchistán) tiene su propia asamblea legislativa unicameral, denominada Asamblea Provincial.
La descentralización posibilitada por la 18ª Enmienda Constitucional, que devolvió a las provincias no sólo la protección de la infancia sino también sectores críticos que influyen en el matrimonio infantil, como la educación, la salud, la nutrición y el empleo, se ha convertido en un arma de doble filo. Permite la adaptación regional de las políticas, pero también invita al retraso, la incoherencia y la evasión en contextos políticamente delicados.
La aprobación de la Ley de Restricción del Matrimonio Infantil en Islamabad fue un paso monumental, que sentó un precedente nacional y reavivó conversaciones estancadas durante mucho tiempo en otras provincias. En Khyber Pakhtunkhwa, el gabinete provincial aprobó un proyecto de ley similar a las disposiciones federales. Sin embargo, en lugar de presentar el proyecto de ley a la Asamblea Provincial para su debate, el gobierno lo remitió al Consejo de Ideología Islámica (CII), lo que refleja la ansiedad política en torno al uso indebido de los sentimientos religiosos para no aceptar la nueva ley. En Baluchistán y Gilgit-Baltistán no se han producido avances legislativos similares.
La senadora Sherry Rehman, una de las principales defensoras de la ley de restricción del matrimonio infantil, describiósu aprobación como el comienzo de una nueva era de reformas en Pakistán. Sin embargo, el camino hasta llegar aquí no ha sido nada fácil. Rehman recordó que, a lo largo de los últimos siete años, varios intentos de introducir la ley fueron derrotados o se impidió que llegara siquiera a la agenda parlamentaria debido a la fuerte oposición, sobre todo de las facciones religiosas. Los proyectos de ley se revisaron en repetidas ocasiones, sólo para ser paralizados de nuevo. En ocasiones, la resistencia fue tan fuerte que parecía que la ley nunca se aprobaría. Pero la persistencia dio sus frutos.
Uso indebido de la religión como barrera
La oposición al proyecto de ley procedía en gran medida de sectores conservadores. Maulana Jalaluddin, miembro del Consejo de Ideología Islámica (CII), afiliado al partido JUI-F, instó públicamente al Presidente a no firmar el proyecto, advirtiéndole de que iba en contra de las normas de la sharia y las tradiciones sociales. Describió la legislación como parte de una agenda occidental destinada a destruir el sistema familiar. En respuesta, la legisladora del Partido Popular de Pakistán Sharmila Faruqi, que había presentado en la Asamblea Nacional el proyecto de ley de 2025 de restricción del matrimonio infantil en el territorio de la capital de Islamabad, instó a que no se diera a la cuestión un tinte religioso, sino que se entendiera en el marco de los derechos humanos fundamentales.2
Sharmila Faruqi también se refirió a la sentencia de 2022 del Tribunal Federal Shariat, que desestimó una petición que impugnaba la ley de Sindh sobre matrimonio infantil. El tribunal declaró que fijar una edad mínima para contraer matrimonio no iba en contra de los mandatos islámicos. Explicó que, si bien la pubertad es uno de los factores para contraer matrimonio en el islam, no es el único: el bienestar económico, la salud y la madurez mental son consideraciones igualmente importantes según las enseñanzas islámicas.3
Sin embargo, el viernes 23 de mayo de 2025, sermones coordinados en muchas mezquitas de Pakistán condenaron la Ley de Restricción del Matrimonio Infantil en Islamabad. Esta reacción ha tenido un efecto amedrentador, y los gobiernos provinciales se muestran cada vez más reticentes a promulgar leyes similares. La ley está siendo impugnada ante el Tribunal Federal Shariat, donde los demandantes argumentan que la elegibilidad para el matrimonio debe basarse en la pubertad, y no en la edad, según la jurisprudencia islámica. Estos acontecimientos han creado obstáculos jurídicos y sociales para los defensores de la reforma nacional.
Barreras y soluciones
La nueva legislación de Pakistán no es solo una reforma nacional; forma parte de sus compromisos más amplios como signatario de múltiples convenios y marcos internacionales. Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) y la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN ) hasta los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), Pakistán se ha comprometido reiteradamente a eliminar el matrimonio infantil. En 2014, firmó el Llamamiento a la Acción de Katmandú y participó en la Iniciativa de Asia Meridional para Acabar con la Violencia Contra los Niños, consolidando aún más su papel en la campaña regional para acabar con el matrimonio infantil.
Sin embargo, si la experiencia de Sindh en la última década sirve de indicación, aprobar una ley es sólo el principio. A pesar de su temprana ventaja, Sindh ha experimentado un preocupante aumento de los matrimonios precoces desde la promulgación de su ley. Un estudio conjunto del UNFPA y el Population Council informó de que, entre 2014 y 2019, los matrimonios de niñas menores de 15 años en Sindh aumentaron un 1,5%, mientras que los de menores de 18 aumentaron un 2,2%. Pocos casos han dado lugar a condenas. Las razones tienen múltiples capas, que van desde la ineficiente aplicación de la ley y la corrupción hasta normas sociales y condiciones económicas profundamente arraigadas.4
En Pakistán, en muchos casos, las propias niñas eligen el matrimonio precoz para escapar de circunstancias aún más peligrosas en casa. Algunas huyen de entornos abusivos o de matrimonios forzados con parientes varones fugándose con parejas de su elección. En una sociedad en la que la tutela masculina es a menudo el único escudo percibido contra las amenazas sociales o familiares, estas niñas ven en el matrimonio su única salida.
Subyacen problemas estructurales profundamente arraigados. El matrimonio infantil en Pakistán está impulsado por la pobreza, la desigualdad de género y las normas culturales que dan prioridad al honor de la familia sobre los derechos individuales. En algunas zonas, el matrimonio se utiliza para resolver rencillas o reducir los gastos domésticos. En otras, se considera un rito de paso que debe cumplirse antes de que una niña sea "demasiado mayor". Los agentes de poder locales, incluidos los ancianos de las tribus y los líderes religiosos, suelen desempeñar un papel decisivo en la organización de estas uniones, especialmente en las zonas rurales.
Además, las regiones afectadas por el cambio climático y las catástrofes naturales -donde las familias se ven desplazadas, los medios de subsistencia destruidos y la incertidumbre se cierne sobre ellas- son especialmente vulnerables a los aumentos de las tasas de matrimonio infantil. La falta de educación e instalaciones sanitarias empuja aún más a las familias hacia prácticas nocivas, reforzando el ciclo de pobreza y privaciones.
Por desgracia, las leyes centradas únicamente en las sanciones penales no tienen en cuenta estas complejas realidades.
El camino por recorrer
La aprobación de la Ley de Restricción del Matrimonio Infantil en Islamabad es sin duda un paso en la dirección correcta. Pero el verdadero cambio no llegará a través de las páginas de un libro de leyes, sino mediante la capacitación de las comunidades, la educación de las niñas y la remodelación de los valores sociales. Hasta entonces, el matrimonio infantil seguirá siendo no sólo una cuestión legal, sino una tragedia humana que se desarrolla en silencio en todo Pakistán.